El concepto de accesibilidad ha evolucionado de tal modo que actualmente, cuando hablamos de accesibilidad, hablamos de eliminar las propias barreras que se ha puesto el ser humano. Hoy día el concepto de accesible se aplica al hecho de poder moverse por el entorno sin impedimentos.
Muchos de esos impedimentos no son para todos. La mayoría de las personas gozan de buena salud y movilidad. Pero hay casos en los que los accesos resultan difíciles de salvar.
Los expertos en accesibilidad de Total Access nos han hablado de la obligatoriedad que existe en la actualidad de eliminar barreras arquitectónicas. Esto incluye las viviendas particulares, los edificios, los comercios etc.
La normativa es amplia, clara y contundente al respecto. Esa idea de poner una rampa en los accesos para cumplir con ella, no es válida. Un edificio accesible debe eliminar todas las barreras arquitectónicas que impidan la movilidad no solo en los accesos, también en las instalaciones.
De poco o nada sirve poner una rampa en la puerta de acceso si en la entrada no entra una silla de ruedas porque hay una columna. Este es uno de los problemas que se encuentran las personas de movilidad reducida.
Fallos comunes en la accesibilidad
En lo que a edificios se refiere, los principales inconvenientes se encuentran en la seguridad de la propia estructura del edificio; la habitabilidad del mismo, en cuestiones de higiene y salubridad; la funcionalidad que requieren los espacios comunes para que cualquier inquilino pueda moverse por las inmediaciones.
Por norma general, el problema más común suele encontrarse en los desniveles que tienen que salvar las personas con movilidad reducida. La normativa obliga a instalar en los edificios al menos una rampa que salve ese desnivel. Según el presupuesto de cada comunidad, pueden optar por las rampas o instalar un salva escaleras, por ejemplo.
Hay que tener en cuenta otros factores como la ya citada seguridad. La estructura, tiene que poder soportar la reestructuración de algunas zonas. Para instalar una rampa puede ser necesario modificar el interior del portal, eliminar alguna barrera o columna etc.
No toda la accesibilidad se centra en los edificios de viviendas o en las propias casas. Durante años, las personas con movilidad reducida, no podían acceder al transporte público con normalidad. Ni entrar en algunos comercios que contaban con accesos imposibles hasta para personas funcionales.
Gracias a la normativa y la obligatoriedad de eliminar las barreras arquitectónicas, adaptar las instalaciones y contar con medios elevadores para los diferentes accesos, la vida es más fácil para muchos.
La accesibilidad beneficia a todos
Cuando oyes esta palabra, la imagen que acude a la mente es la de una persona en silla de ruedas o con alguna limitación física. No tendemos a pensar que en cualquier momento, a cualquier persona le puede afectar el hecho de tener que subir un tramo de escaleras.
Un accidente o una enfermedad pueden mermar de forma notable las capacidades y funcionalidad de una persona. En cualquier momento. Por eso es tan importante ser solidario y consciente con ese hecho.
Hay quien se cree inmune y no piensa que el día de mañana, por la edad, puede necesitar un ascensor para subir a su casa aunque solo cuente con unos peldaños. Nadie se va a librar de la vejez y en cualquier momento, por circunstancias de la vida, sufres un accidente que te incapacita.
Realmente, la cuestión de la accesibilidad es algo que beneficia a todos. Los datos dicen que tan solo un 10 % de la población necesita de forma imprescindible de la accesibilidad. Para un 40% resulta algo necesario en su día a día. Pero el 100% disfruta de esos espacios abiertos, las puertas más amplias, las calles más anchas…
Por ejemplo en los centros comerciales. La accesibilidad convierte esos espacios ya de por si grandes en lugares amplios, donde cada uno puede desenvolverse con tranquilidad. Los accesos a los diferentes comercios, los aseos o simplemente la entrada al mismo. Libre de columnas entorpeciendo el paso o barreras que separan.
Otro de los grandes adelantos en accesibilidad, lo encontramos en el transporte público. ¿Quién no se benéfica de los ascensores que han colocado en una gran parte de las estaciones? Su acceso es, actualmente, mucho mejor para todos. Si bien aun queda un largo camino por recorrer.
Con los autobuses o trenes ocurre lo mismo, cada vez son más los que cuentan con entradas adaptadas para sillas o carritos. Eso facilita la entrada y salida de todos los pasajeros.
De nada vale quejarse. Aquellos que piensan que para que una persona pueda acceder a su vivienda no tienen que pagar todos; o los que se quejan de las obras que permiten esa accesibilidad, que piensen que mañana pueden ser ellos los que se encuentren limitados.