Hace unos años, por supuesto antes de la pandemia, decidí hacer una visita a la Sierra de Francia, en Salamanca. La verdad es que era un sitio al que le tenía muchas ganas. Desde siempre había escuchado hablar muy bien de él, sobre todo a varios amigos que tengo que son de Salamanca y les gusta mucho eso de hacer rutas de senderismo. “Tienes que venir, porque es un sitio que si vienes, repites”, me decían desde hace años. Pero la verdad es que nunca me atrevía a dar el paso. Yo era más de ir a Salamanca capital y moverme en los sitios de pinchos y de tapas.
Sin embargo, di el paso para poder conocer la belleza natural y la cultura de esta zona. Todos conocemos la Sierra de Francia, ya que es conocida por sus impresionantes paisajes, pueblos pintorescos y su rica gastronomía. Yo tuve claro desde el primero que este viaje iba a ser un viaje de lo que siempre quedan en la mente, y creo que no me he equivocado.
Visita a La Alberca
Después de conducir durante algo más de dos horas desde mi ciudad Valladolid, finalmente llegué a la sierra y la verdad es que la primera visión que tuve es la de quedar maravillado por la espectacularidad de sus montañas, valles y bosques. Mi primer destino fue a La Alberca, un encantador pueblo medieval con calles empedradas y casas de piedra que parecían detenidas en el tiempo. Visité su iglesia y su plaza principal, donde pude disfrutar de la tranquilidad y la belleza de este lugar. No me extraña que este año le hayan dado el premio al pueblo más bonito en un conocido concurso de bombones.
Posteriormente, me aventuré a recorrer los alrededores de la zona y descubrí otros pueblos como Miranda del Castañar, Mogarraz y San Martín del Castañar, cada uno con su propio encanto y peculiaridades. La verdad es que me impresionó la arquitectura rural, las antiguas murallas y los paisajes idílicos que me rodeaban. Un sitio con mucho encanto, que además como hice en familia, fue muy bonito y la verdad es que siempre recordamos.
Además, tuve la suerte de poder probar la deliciosa gastronomía de la zona. La verdad es que no puedo descubrir nada cuando digo que en esta zona tienen el famoso embutido ibérico, el queso de cabra y los exquisitos platos de cordero y cochinillo. Todo acompañado de vino de la tierra, por supuesto. Y es que creo que en esta zona tienen todo para poder disfrutar de unos días de naturaleza y de gastronomía. Las dos cosas que ahora mismo yo buscó.
De caminata
Las tardes en la Sierra de Francia son siempre para hacer caminatas. Son lugares para disfrutar de vistas panorámicas impresionantes y respirando el aire puro de la montaña. Aquí siempre puedes decir que lo que respiras es naturaleza. Me sentí completamente inmerso en la naturaleza, rodeado de árboles, pájaros cantando y el sonido del viento entre las hojas.
Al final del día, regresé a mi alojamiento en la sierra, un acogedor hotel rural donde pude relajarme y disfrutar de la paz y la serenidad que ofrecía el entorno. En este caso estuve alojado en la Casa Rural Arroal. Una casa con capacidad para 7 personas y que ofrece la posibilidad de añadir cunas y camas supletorias. La verdad es que me encantó porque tiene terraza, conexión Wi-Fi gratuita, techos con vigas de madera y cocina totalmente equipada con lavavajillas y cafetera. Fueron unos días impresionante. Fue aquí donde me recomendaron hacer la ruta del Asentadero-Bosque de los Espejos, una ruta espectacular que permite parar en el camino y visitar San Martín del Castañar, Sequeros y Las Casas del Conde y disfrutar del Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia, donde se han instalado obras de arte que sorprenden al paseante. Una gozada.
Ya os puedo decir que mi visita a la Sierra de Francia fue una experiencia verdaderamente maravillosa, llena de belleza natural, historia, tradición y gastronomía. Sin duda, es un destino que recomendaría a cualquier amante de la naturaleza y la cultura. Y ya os digo que no ha sido la primera vez, posteriormente he estado dos veces más. Una incluso fue con un grupo de amigos pasando una Nochevieja que siempre estará en nuestra mente. Una zona preciosa que muchas personas desconocen pero que tienen que venir. Os lo digo de corazón.